Ruinas


26/10/2019

La verdad es que se que esta publicación no va a ayudar mucho. Lo escribo en medio de ruinas humeantes. Pues he sido adicta a una droga desde hace años, y estoy en recaída feísima. En el suelo, sin saber cómo ponerme de pie. He sido adicta a la pornografía.

Cuando pensaba que ya estaba saliendo de ella, un empujón bastaba para volver y caer durante horas en una de las actividades más poco sanas que existen. Se ha ido espaciando gracias a Dios la frecuencia de las caídas y tropezones, pues Dios me ha ido sanando. Pero apenas estoy en una situación de crisis o mucho estrés vuelvo a irme de bruces al suelo.

Ha ocurrido a principios de semana, cuando estalló el caos social en mi ciudad Santiago de Chile. Sumado el hecho de que aun extraño a mi padre, que la rutina en casa es diferente y que vivo con mi madre contra mi voluntad, terminaron por darme el knok out.

Lo peor es que me siento muy culpable. Todo el tiempo culpable por no ser lo suficientemente como Cristo para manejar la situación, culpable porque no paso todo el tiempo que debiera con Dios o porque se supone que hice algo malo contra mi familia. Y ante toda esa culpabilidad, solo actúo dejando que la mochila de angustia crezca más y más.

Lo empeoro, alejándome de Dios y culpándolo a Él de tanto sufrimiento. Se me arma una maraña de dolor en el alma que solo he ahogado con droga y más droga, la pornografía. Y así he estado toda la semana, con mi ropa desordenada, el horario desregulado, como si la vida me importase un comino.

¿Qué más da, si papá ya no está? La vida ha mostrado su lado más cruel conmigo, parece todo negro.
Y entonces para responder a ese dolor, para poder resistir ocupo soberbia. La cual es una resolución de no amar, de no expresar el dolor y de evadir respondiendo en su defecto con acciones injustas. Si el ser humano no derrama su corazón delante de Dios, va a enfrentar el dolor de esta manera. Tan cierto como la ley de gravedad.  En 2da de Samuel 12 en este versículo David es confrontado por Natan, después de haberse mantenido con la soberbia por varios días alejado de Dios y en su pecado. Se arrepiente, es restaurado y la soberbia le es retirada.

Asi mismo, me doy cuenta que cuando paso momentos extremadamente dolorosos o difíciles, yo tiendo a huir de Dios y hacer lo malo. Tiendo a echarle la culpa a Dios por toda la maldad que recibo de parte de las situaciones o las personas, pero eso reconozco que es una pésima manera de ver la vida.

Comentarios